Falta de apetito por estrés y ansiedad

Falta de apetito por estrés y ansiedad

La falta de apetito por el estrés y la ansiedad tiene su explicación científica y está en nuestro cerebro y más concretamente en el hipotálamo, que es la parte de nuestro cerebro que regula entre otras cosas el hambre, la sexualidad y las emociones. Por eso cuando decimos que uno cuando tiene estrés y ansiedad es algo que está en nuestra mente, en gran medida es cierto, pero al afectar el hipotálamo nos afecta también a nuestras emociones y es cuando caemos en fases de derrumbamiento y de desfase con el hambre y el sexo.

Cuando nos referimos a la falta de apetito, está directamente relacionado con la dopamina y la glucosa y va muy ligada ya a unos estados graves de estrés y es cuando uno entra en un estado depresivo. A veces el efecto es contrario y da por comer en exceso y es otro síntoma que sufre la gente obesa, pero es por un estado de trastorno emocional que se convierte en un ciclo vicioso y uno no puede parar de comer, y es por la falta de aceptación de uno mismo en muchos casos.

 

Dieta estricta para la ansiedad

Otro efecto sobre la falta de apetito, es cuando una persona empieza a hacer una dieta como algo muy estricto y se convierte en una obsesión. Las personas que poco a poco no controlan su adelgazamiento, se convierte sin uno darse cuenta, en un episodio de ansiedad y empieza a perder la noción de lo que es sano y lo que no es y generalmente se cae en una dieta con muchas carencias, tanto calóricas, como de hidratos, proteínas y vitaminas. Al final este trastorno se convierte en algo más crónico y se puede entrar en una fase de ansiedad y al final en una depresión, ya que la falta de una correcta alimentación afecta al estado de ánimo de la persona y como hemos dicho al principio del todo, está relacionado con el hipotálamo, la regulación del hambre y finalmente las emociones.

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Nervios

Otro síntoma muy común es cuando se “nos cierra el estómago” como lo solemos llamar. Esto es producido a causa de los nervios que uno sufre por algún episodio o acontecimiento extraordinario en nuestra vida cotidiana que hace que perdamos todo el apetito. Causas comunes son la proximidad de una fecha importante como podría ser nuestra boda, exámenes finales, una entrevista de trabajo, etc. Obviamente estos son efectos aislados y que a todos nos sucede alguna vez, pero un período prolongado a estas situaciones puede ser perjudicial, por ejemplo cuando un universitario está en fechas de exámenes y además tiene otras actividades como un trabajo y se ve afectado psicológicamente, pierde todo el apetito y que por falta de una buena nutrición finalmente entra en una fase de depresión que en algunos casos si no tiene un apoyo directo de sus familiares o amigos puede incluso llegar a ser causa de suicidio.

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Exceso de trabajo o viceversa

Pero la causa más común en los tiempos actuales, es por el trabajo bien por el exceso o la falta de él. Está demostrado que un trabajo con que nos demanda mucho tiempo y sobre todo responsabilidad, con el tiempo y si uno no sabe cómo separarlo de su vida privada, puede llegar a convertirse primero en estrés, luego en ansiedad y finalmente en depresión que suele acabar con la vida conyugal y familiar y también con las amistades, de allí la expresión “sólo vives para el trabajo”. El fenómeno contrario es cuando alguien pierde el trabajo y sobre todo si tiene cargas familiares y personas a su cargo, como hipotecas, préstamos, luz, agua, teléfono, gasolina, comida… cuando uno se ve en la imposibilidad de hacer frente a los pagos y por consiguiente entrar en una situación de mora, conlleva la falta de apetito, una bajada en el estado de ánimo, ansiedad y finalmente depresión, con consecuencias imprevisibles.

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Ansiolíticos u otras alternativas

Para todo esto hay soluciones y no necesariamente son los medicamentos, aunque hoy se abusa sobre todo de ansiolíticos como remedio a algo que se puede solucionar de formas mucho más sanas y benévolas que los posibles efectos secundarios de los ansiolíticos. Hacer deporte, apoyarse en los familiares, llevar una correcta alimentación, y hacer algún tipo de ejercicio de relajación como el yoga o escuchar música y pasear pueden ser soluciones muy sencillas que se deberían de practicar para evitar la falta de apetito, el estrés y la ansiedad.

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