Efectos secundarios de los ansiolíticos (pastillas para la ansiedad)

Efectos secundarios de los ansiolíticos (pastillas para la ansiedad)

Cuando sufrimos ansiedad de forma reiterativa e incluso ya tenemos los primeros síntomas de la depresión, en la mayoría de las ocasiones el médico especialista nos recetará, ansiolíticos para paliar en gran medida nuestra ansiedad. Pero ¿qué es un ansiolítico, para qué sirve y cuáles son sus efectos secundarios? Vamos paso a paso para descubrirlo.

 

Qué es un ansiolítico y para qué sirven

La palabra ansiolítico viene de la palabra latina “anxius” que significa angustiado y que sirve para deprimir el sistema nervioso central para reducir los efectos de la ansiedad. Un ansiolítico por sí sólo no causa sueño y no es ningún somnífero, pero existen muchos medicamentos que sí causan estos efectos ya que es una combinación de varios activos. Algunos de los medicamentos ansiolíticos más comunes son el Diazepam, Tranxilium, Alprazolam-Trankimazin o el Lexatin.

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Efectos secundarios

Los efectos secundarios más comunes para los que toman ansiolíticos es su adicción al medicamento, además de poder provocar convulsiones, fiebre, taquicardias, hipotensión, sensación de ahogo, debilidad muscular y sequedad de las mucosas, entre otras. Según el medicamente que se tome, puede tener unos u otros síntomas.

Aun así resulta algo contradictorio que un medicamente pueda producir sensación de ahogo, ya que este es un síntoma de la ansiedad, y se entiende que tiene que paliar este efecto y no ser realmente un efecto secundario. Y otra contradicción, es que el efecto secundario más común sea la adicción a estos medicamentos, ya que se trata de curar la ansiedad y no provocar una adicción, ya que entonces estamos ante un problema de drogadicción prácticamente.

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Más vale prevenir que curar

Está claro que cuando nos recetan un ansiolítico es porque ya estamos en el límite de lo que nuestra mente puede superar y acabamos tomando este tipo de medicamentos, pero ¿no es preferible prevenir que curar? Es tan fácil como una dieta equilibrada, ejercicio regular, saber relajarse y cambiar algunos hábitos de nuestra vida cotidiana.

Pero como cualquier cosa que pasa dentro de nuestra “cabeza”, muchas veces ayuda el comprender primeramente por qué nos pasan las cosas y cambiar simplemente nuestras formas de hacer las cosas, a tener que llegar tan lejos y medicarse. Es una buena reflexión, ¿no?

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